Mabel Iriarte

Su hijo está Loco ¿Qué otra cosa puedo pensar?”

“Es un hombre que cambió su apellido simplemente porque no le gustaba, un hombre que acostumbraba volver borracho a casa a las tres de la mañana, un hombre suspendido y vuelto a nombrar como Encargado de Registro, un hombre que acostumbraba a defender gratuitamente a los necesitados, que regenteaba un prostíbulo en las afueras de la ciudad y que ahora anda con una mujer de pasado turbio”.

“Yo le di muchas oportunidades para cambiar, sobre todo por las chicas. No quería que ellas sufrieran el divorcio. Y así fue como viajé con él en un intento de reconciliación a la península de Valdez, le recomendé varias veces abandonar el prostíbulo (aún sabiendo que era una excelente fuente de ingresos para la familia) y le aconsejé no obsesionarse tanto con su trabajo administrativo. Hasta llegué a elogiarle una espantosa novela que escribió con mucho esmero.

“Pero bueno, él no cedió en nada… ¿qué quería usted que yo hiciera?”

En la ciudad de Campo Grande Dora Brítez —la madre de Roberto Etchenagucía— recibió esta explicación de Mabel Iriarte, cuando le preguntó por los motivos que le hicieron echar a su hijo de la casa que compartían en Posadas.

Alejandro Puga

Libro «Digesto de Costumbres Registrales II», Mayo de 2001

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