Apellido
Roberto Etchenagucía adoptó ese nombre en el año 1987, cuando fue designado Encargado del Registro N° 28 de Posadas.
Su real apellido era “Díaz”, pero a Roberto le sonaba “vulgar” y decidió reemplazarlo por el que todos le conocemos. “Etchenagucía no es cualquiera”, “Tiene un aire notarial”, le dijo entonces a su esposa Mabel. Y fue con su nuevo apellido como Roberto creció dentro de la comunidad registral.
Pero a Coco Díaz —su hermano mayor— el asunto no le gustó nada. “Estás maltratando la memoria de nuestro padre”, le decía cada vez que lo cruzaba. “Como Díaz llegó nuestro abuelo desde España, como Díaz fundó papá su tienda deportiva y como Díaz administro yo mi hotel en Oberá”, le recordaba.
A Roberto no le afectaron los reproches de su hermano. Estaba muy apoyado en la cuestión por su esposa Mabel Iriarte, a quien nunca le había gustado tener un marido de apellido “Díaz”.
Los años fueron pasando y los negocios de la familia Díaz crecieron (la tienda de ropa deportiva de Álvaro llegó a tener cinco sucursales y Coco montó una cadena de petit-hoteles en toda la provincia). Roberto —por su parte— acumuló un considerable volumen de dinero y consideración social con sus dos actividades paralelas: un respetable estudio de abogacía, y un atractivo prostíbulo que regenteaba en las afueras de la capital misionera. El estudio se dedicaba a defender los derechos de los aborígenes de la región, causas perdidas de derechos humanos o explotación de niños en la frontera con Paraguay. El prostíbulo, en tanto, le permitía desarrollar estas actividades jurídicas sin sobresaltos económicos y vivir cómodamente.
Coco Díaz jamás reconoció los negocios de su hermano, a pesar de colaborar personalmente con la selección de las trabajadoras del lugar. Todo Posadas sabía que los Díaz andaban en eso, pero el asunto nunca trascendió más allá de la ciudad y en la Dirección Nacional la trayectoria del Dr. Díaz fue considerada ejemplar, cuando tomaron estado público las actividades de su estudio de abogacía. Roberto fue designado entonces al frente del Registro Seccional N° 28 de Posadas y tomó el apellido “Etchenagucía”, dejando el de “Díaz” para sus negocios nocturnos.
Desde el cambio de apellido, sin embargo, las relaciones de Roberto con su hermano comenzaron a deteriorarse, y la casa de citas sufrió las consecuencias: desmejoró el trato, la presencia de las chicas y la higiene de las instalaciones reservadas. El prostíbulo jamás volvió a ser un orgullo para los habitantes de Posadas.
Y todo fue como una bola de nieve. Roberto vivió algunos inconvenientes con los empleados del Registro, sufrió su primer alejamiento del cargo y su definitiva separación con Mabel.
Pero esta historia —ya conocida por nuestros lectores— no fue lo que afectó el aprecio de Coco Díaz por su hermano. “Lo que no puedo tolerar es que haya cambiado su apellido”, suele repetir con furia.
Alejandro Puga
Libro “Digesto de Costumbres Registrales II”, Mayo de 2001