Durante la década de 1950 comenzó en la Argentina el desarrollo de la industria automotriz, inicialmente con impulso del Estado (Institec Justicialista, Rastrojero y otros modelos), pero también con la radicación de empresas. Primero europeas, en busca de mercados para resurgir de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, y luego norteamericanas. Así comenzaron a comprometer y establecer plantas industriales Mercedes-Benz (1951), Fiat (1953) e Industrias Kaiser Argentina -IKA- (1955) en una primera oleada.Ads by
Esa apuesta industrialista se aceleró a partir de 1959, cuando el presidente Arturo Frondizi sancionó el decreto N° 3693/59, conocido como Régimen de Promoción de la Industria Automotriz, que dio origen a la presentación de 23 proyectos de vehículos (automóviles y pickups en su mayoría) de fabricación nacional. Entre ellos, los de marcas que ya estaban, como Fiat, que fabricaba tractores y material ferroviario; De Carlo (1959); Renault, Peugeot y Citroën (todos en 1960, igual que las desaparecidas Siam Di Tella y Auto Unión), y las “refundaciones” de los tres “grandes de Detroit”: Chrysler (1960), General Motors (1960) y Ford (1961).
En ese auspicioso y pujante contexto, el 8 de abril de 1960, hace 60 años, se fabricó la primera unidad de un modelo emblemático en la historia de la industria automotriz argentina: el Fiat 600.
No era casual: ese decreto le abrió las puertas a Fiat para fabricar automóviles en el país. Sin demoras, el 30 de septiembre de 1959, el gobierno le aprobó una inversión de 4,5 millones de dólares para la construcción de una nueva planta. Si bien Fiat tenía un gran centro productivo en Ferreyra (Córdoba), factores como la cercanía con proveedores, el puerto y la concentración del mercado le hicieron tomar la decisión de erigir la nueva factoría en Caseros, en pleno Gran Buenos Aires. Allí se fabricó inicialmente el popular “Fitito”, el primer automóvil de Fiat 100% producido en la Argentina.
Fuente: LaNacion.com.ar