Irremediablemente insufribles

“Digesto de Costumbres Registrales”, Compilación

Tal vez por excesivo trabajo, tal vez por defectos personales innatos, quienes trabajamos en el ámbito de la registración de automotores hemos desarrollado ciertas fobias. 

Se trata de personas, objetos o situaciones que nos irritan irremediablemente. Con el tiempo, lejos de aplacarse, estos enfados van en aumento, y cada vez hacemos menos para ocultarlos.

Vayan aquí algunos de estos “oscuros objetos de deseo”, con la esperanza de que sean menos dolorosos.

– Los Encargados que retienen legajos en las divisiones por motivos insólitos (Robo, Prenda, Denuncia de Venta, domicilio del gestor, falta de nepaco o mal estado de la carpeta).

– Los Encargados Suplentes Interinos que no tienen ninguna responsabilidad, pero se agrandan de solo mirar su sello.

– Los Encargados Titulares que tienen sello y responsabilidad, pero no la asumen.

– Los Encargados Suplentes, que no son ni chica ni limonada.

– Los teléfonos siempre ocupados de algunos Registros.

– Los inspectores que citan números de Disposiciones hasta para pedir un café.

– Los legajos mal archivados.

– Los usuarios que se acomodan en Mostrador para hacer chistes, contar la historia de sus vidas o seducir a la chica de Rentas.

– Los usuarios que descargan su neurosis con los empleados de mostrador.

– Los empleados de mostrador que ponen histérico a cualquiera.

– Los que llaman por teléfono o concurren al Registro predispuestos a encontrarse con terribles trabas burocráticas.

– Los Registros terriblemente burocráticos

– Las abrochadoras que no abrochan

– Las agujereadoras que no perforan más de dos papeles juntos.

– Toda oficina de Rentas

– El índice temático y sin foliar del nuevo Digesto

– La nueva regulación sobre el vencimiento de las Cédulas de Identificación

– Los intermediarios que se jactan de haber estafado a un particular y los que no se averguenzan por lo que cobran por patentar un 0 Km.

– Los parentescos y relaciones de distinto tipo entre empleados de Registro.

– El no poder hablar mal de nadie.

Revista “Legajo C”, septiembre de 1993.

 

Llantos de Mostrador

Tapa del libro “Digesto de Costumbres Registrales”, compilación

Toda oficina pública es un lugar antipático de antemano. Pero los usuarios del Registro Automotor no le van a la saga a los empleados en lo que a mañas de refiere, como puede comprobar cualquiera que haya atendido un mostrador durante más de cinco minutos.

Vayan aquí algunos ejemplos para que el lector entienda de qué estoy hablando:

Caso 1: Para que el empleado de mostrador complete los Formularios, los automovilistas suelen argumentar:

a) Que tienen miedo a equivocarse

b) Que escriben con una letra horrible

c) Que se olvidaron los anteojos

 

Caso 2: Para certificar una firma con Cédula Policial, el usuario expone:

a) Que el número de D.N.I. está puesto en la Cédula

b) Que viven en González Catán y no pueden volver a buscar el documento.

c) Que, al fin y al cabo, con todos los negociados de los políticos, por qué uno se va a poner tan exigente con una pavada así.

 

Caso 3: Para que se les haga el trámite en el día, el interesado dice, casi entre sollozos:

a) Que pidió permiso en el trabajo y no puede volver a faltar.

b) Que a las 15:00 parte para Madrid en auto.

c) Que son personas de peso político, conocen al Ministro de Justicia o que tatarabuelo le patentaba las carretas al Virrey Vértiz.

Caso 4: Para no esperar que llegue su turno, la víctima esgrime

a) Que ya recorrió ocho Registros y en ninguno estaba el legajo

b) Que sólo va a presentar un 0 Km.

c) Que sólo va a retirar.

d) Que es Mandatario Matriculado

e) Que está embarazado, nervioso, que tiene diarrea, o que está contagiado de SIDa y en cualquier momento se corta las venas y nos riega con sangre.

d) ¿Quién queda para esperar su número?

Si la argumentación no surte el efecto deseado, los usuarios del Automotor perfeccionan permanentemente sus técnicas hasta límites que aún no podemos siquiera sospechar. Algunas de éstas son probadamente eficientes.

Podemos citar el viejo recurso de regalar facturas, whisky o cualquier otro objeto de consumo fácil. Puede llegarse al Registro con un bebé en brazos, presentarse como discapacitado o, en último caso, mandar para hacer el trámite a la abuela Clementina, de 93 años recién cumplidos.

Lo peor de todo es que, a veces, las excusas son reales. Viajan esa misma tarde, no tienen con quien dejar el bebé o la abuela Clementina es la única que puede concurrir al Registro en horario de atención al público.

Ocurre que, como nos enseñó aquel viejo cuento del lobo, abusar de las mentira predispone a que no nos crean cuando decimos la verdad.

Alejandro Puga

Llantos de Mostrador

“Digesto de Costumbres Registrales”, Compilación

Toda oficina pública es un lugar antipático de antemano. Pero los usuarios del Registro Automotor no le van a la saga a los empleados en lo que a mañas se refiere, como puede comprobar cualquiera que haya atendido un – mostrador durante más de cinco minutos.

Vayan aquí algunos ejemplos para que el lector entienda de qué estoy hablando:

– Caso 1: Para que el empleado de mostrador complete los Formularios, los automovilistas suelen argumentar:

a) Que tienen miedo a equivocarse

b) Que escriben con letra horrible

c) Que se olvidaron los anteojos

– Caso 2: Para certificar una firma con Cédula Policial, el usuario expone;

a) Que el número de D.N.I. está inserto en la Cédula.

b) Que viven en González Catán y no pueden volver a buscar el documento.

c) Que, al fin y al cabo, con todos los negociados de los políticos, porqué uno va a ponerse tan exigente con una pavada así.

– Caso 3: Para que se les haga el trámite en el día, el interesado dice, casi entre sollozos:

a) Que pidió permiso en el trabajo y no puede volver a faltar

b) Que a las 15.00 parten para Madrid en auto

c) Que son personas de peso político, conocen al Ministro de Justicia, o que el tatarabuelo le patentaba las carretas al virrey Vértiz.

– Caso 4: Para no esperar que llegue su turno, la víctima esgrime

a) Que ya recorrió ocho Registros y en ninguno estaba el legajo

b) Que va a presentar un 0 Km.

c) Que sólo va a retirar.

d) Que es un Mandatario Matriculado

e) Que está embarazado, nervioso, que tiene diarrea o está contagiado de SIDA y en cualquier momento se corta las venas y nos riega con sangre

d) ¿Quién queda para esperar su turno?

Si la argumentación no surte el efecto deseado, los usuarios del Automotor perfeccionan permanentemente sus técnicas hasta límites que aún no podemos siquiera sospechar. Algunas de ellas son probadamente eficientes.

Podemos citar el viejo recurso de regalar facturas, whisky o cualquier otro objeto de consumo fácil. Puede llegarse hasta el Registro con un bebé en brazos, presentarse como discapacitado o, en último caso, mandar para hacer el trámite a la abuela Clementina, de 93 recién cumplidos.

Lo peor de todo es que, a veces, estas excusas son reales. Viajan esa misma tarde, no tienen con quién dejar el bebé o la abuela Clementina es la única que puede concurrir al Registro en horario de atención al público.

Ocurre que, como nos enseñó aquel viejo cuento del lobo, abusar de las mentiras predispone a que no nos crean cuando decimos la verdad.

Alejandro Puga,

Revista Legajo ´C´, Junio de 1993