El Dr. Juan Carlos Pacífico Annan es Encargado Titular del Registro de Pergamino N° 2. Más allá de su función registral, en nuestra revista nos aparta de los quehaceres administrativos, con sus escritos de ficción, los retratos de su Pergamino natal y sus análisis socio-políticos de la realidad internacional. En este caso combinándolos, ya que la actualidad Siria interpela también su memoria y sus recuerdos.
“Mis abuelos maternos vinieron desde Siria a principios del siglo pasado, Nahima y Elías se casaron en Pergamino y tuvieron once hijos, sobrevivieron a ocho y como tantos otros su vida comercial comenzó en una pequeña tienda que con el tiempo se convirtió en una gran industria de la confección”.
“Católicos ortodoxos colaboraron activamente en la construcción del templo dedicado a San Jorge y del Club Sirio Libanés de mi pueblo, se integraron a la sociedad no sin algunos escarceos propios de esa época, sin embargo el trabajo intenso fructificó al fin y vieron colmadas sus expectativas”.
“Mi abuelo falleció en 1968 y mi abuela en 1973, aún recuerdo su idioma, en su casa mis abuelos hablaban en árabe con sus hijos que le contestaban en castellano y en castellano con sus nietos, ese método permitió perderlo y no estuvo bien, deberíamos haberlo conservado; pero si pienso que los árabes estuvieron en España 700 años y hoy se habla castellano lo nuestro es una nimiedad”.
“Mi abuela, con los ojos más bonitos que recuerdo de un celeste único, era quien mandaba –no podía ser de otra manera – y su cocina una fábrica de exquisiteces orientales a las cuales mi memoria se aferra día a día”.
“Viví con ella sus últimos tres años, mi madre al ser la menor de la descendencia tenía asignada tal tarea y mi padre lo aceptó sin hesitación, mis tíos y tías estaban siempre dispuestos a la ayuda y esos años transcurrieron con las rutinas de una familia de clase media y mi abuela jamás fue obstáculo para nadie, ella poseía una bondad única y los diálogos que entablábamos en su castellano rústico siempre transcurrían por sus preguntas sobre el colegio o el club, no supe preguntarle nada de su infancia y su patria natal y hoy me persigue ese silencio”.
“No puedo creer que haya perdido la historia oral de su, seguramente, rica historia, muchas veces me enojé con mi madre a la cual reprochaba no haberme advertido de tal circunstancia pero su respuesta siempre fue la misma: el trabajo todo lo borraba, no había tiempo para otra cosa, ellos solo pensaban en laborar y en la familia”.
“Siria, en nuestra familia, no es una tierra más, es la tierra de mis abuelos, por eso las noticias que leo de su guerra civil tan cruenta y espeluznante no pasa desapercibida, a veces imagino los diálogos que hubiera tenido con Nahima de haber vivido en este contexto sangriento, imagino su amargura y sus lágrimas porque jamás de su boca nació un reproche ante su ida, una palabra violenta con relación a los invasores turcos que asolaban las aldeas cristianas en ese periodo, no puedo dibujar en mi mente un pueblo violento cuando los que aquí vinieron no poseían ese gen de guerra”.
“No entiendo la guerra en el rostro de mis abuelos, no puedo encontrar rastro alguno en el pasado que me hubiera permitido adivinar lo que está pasando ahora. Los pueblos sufren con las conflagraciones y más cuando estas son fratricidas, observar las ciudades desbastadas y la cara de sus habitantes lastima el alma y nos atenaza a una realidad que parece no querer marcharse”.
“Cuando mi abuela murió hablaba y llamaba a su madre en un árabe perfecto y sonoro, mis tíos me traducían y ahora cuando su país se desangra creo entrever que ante tamaña tragedia ella llamaría a su madre pero también a todos los actores, directos e indirectos, que con su operar son indisimulables causantes de semejante matanza para que cesen su accionar para que encuentren formas para evitar lo que vemos para recomponer la realidad a la luz de una paz duradera con base en la famosa frase de San Agustín : “la paz es la tranquilidad en el orden”.
Vaya este opúsculo para Nahima y Elías y en ellos para todos los sirios que vinieron aquí y nos enseñaron a trabajar a destajo y a querer a esta tierra con la pasión del converso con la fortaleza de aquel que sabe que la eligió por siempre”.
Dr. Juan Carlos Pacífico Annan
Encargado Titular del Registro de Pergamino N° 2
Excelente relato. Tengo un vago recuerdo de tu abuela. Mi mamá la llamaba doña Irma? Puede ser o me equivoco? . La charla entre ellas era fluida por sus orígenes árabes. Afectuoso saludo.