¿Daniel Herrero al gabinete nacional?

Escuchá las declaraciones del presidente Alberto Fernández horas atrás sobre el ex titular de Toyota Argentina:

El presidente argentino Alberto Fernández dijo que le gustaría tener en su Gabinete al ex presidente de Toyota Argentina, Daniel Herrero: “Tengo la más alta estima y el mejor de los conceptos”, dijo el mandatario sobre el ejecutivo de la industria automotriz.

Las declaraciones de Fernández se produjeron en el contexto de una entrevista con El Destape Radio, donde le preguntaron acerca de la posibilidad de incorporar a empresarios a su Gobierno. La pregunta concreta fue acerca de los empresarios Daniel Herrero y Antonio Aracre, quien a fines de diciembre se retirará de su actual puesto de CEO de la semillera Syngenta.

  • Espléndido: “Son dos empresarios formidables. Yo tengo por los dos la más alta estima y el mejor de los conceptos. Y son dos hombres que si pudieran ayudarme a aportar en la Argentina, para ver cómo hacemos realidad todos estos sueños y todas estas expectativas que tenemos, yo creo que sería espléndido”.
  • Cabezas privilegiadas: “¿A quién no le gustaría tenerlos en su Gabinete? Son dos cabezas privilegiadas. Son dos personas realmente valiosísimas”.

En abril de 2022, Daniel Herrero dejó su cargo como presidente de Toyota Argentina, tras permanecer 12 años al frente de la automotriz de Zárate y convertirla en líder en ventas, producción, exportaciones e importación de vehículos en nuestro país. Su puesto fue ocupado por Gustavo Salinas, pero Herrero sigue ligado a Toyota: hoy es el coordinador de la división deportiva Gazoo Racing Argentina y es el presidente de la compañía financiera Toyota Plan de Ahorro.

Además, Herrero es presidente del Coloquio de Idea, que reúne a los principales empresarios de la Argentina. En la última edición, realizada el mes pasado en Mar del Plata, el hombre de Toyota impulsó el lema “ceder para crecer”. En varias entrevistas, Daniel Herrero se propuso impulsar el “Modelo Toyota” para que se aplique a otras políticas de la Argentina.

Alberto Fernández es usuario de Toyota (su Corolla se hizo famoso durante la ceremonia de asunción del mando) y en más de una oportunidad se refirió a la terminal japonesa como “la mosca blanca” de la industria automotriz argentina.

La nota de Carlos Cristófalo en “Motor1.com”

El adiós del Ford Fiesta, el auto que hizo historia con un nombre que le regaló General Motors

Las despedidas en la industria automotriz son más impactantes que las bienvenidas, sobre todo en aquellos modelos que dejan un halo de longevidad que parecía hacerlos infinitos, pero no. Y así como ya han dicho adiós el Escarabajo, el Gol o el Uno, es tiempo de darle las hurras al Ford Fiesta.

La compañía americana anunció, a través de un emotivo video, que a mediados de 2023 dejará de producirse un auto que lleva 46 años de vida, más de 18 millones de unidades vendidas y cuyo nombre de raíz latina tiene una historia increíble, no por el origen, sino porque fue un obsequio que el Óvalo recibió de General Motors, nada menos. Su némesis.

En verdad, la despedida del Fiesta ya había empezado a tener forma en 2019, cuando la empresa decidió discontinuarlo en América Latina dentro de la reestructuración global de la marca que se perfiló hacia los SUV y las pickups: se lo producía en Brasil y fue ese mismo año cuando dejó de comercializarse en la Argentina. Sólo quedó por entonces la planta de la ciudad alemana de Colonia, donde había empezado precisamente su producción en 1976.

Se va con su séptima generación, la que había aparecido en 2017 y cuya última actualización había sucedido en 2021. El reemplazo, que Ford lo tenía in péctore, ya fue revelado en el mismo video que se usó para despedir a la leyenda: será una variante eléctrica del Puma, uno de los SUV que la compañía tiene en su lineup.

El video de despedida tiene un costado metafórico que lo tiñe de nostalgia. Es un abuelo que llega justo para la hora en que su nieto se va a dormir, y lo estaba esperando para que le leyera un cuento. El libro se llama “Fiesta – Pequeño auto familiar”, y en la lectura se establece la parábola de que el modelo hecho “para la gente” tiene que decir adiós porque “su trabajo está hecho”.

Según se informó, el último Fiesta entrará en la línea de producción de la fábrica de Colonia a finales de junio de 2023. Tras la desaparición del Fiesta, la planta alemana se transformará en el Centro de Electrificación de Ford Colonia, dedicada sólo a la producción de vehículos eléctricos. Será el final de 47 años de historia, desde 1976, cifra que lo convierte en el segundo modelo más longevo del Óvalo, detrás del Transit.

Ford Fiesta, el auto del nombre feliz
Europa, junto con Japón, fueron los centros de la racionalidad en la industria automotriz. Tanto exploraron la forma de economizar costos y consumo que hasta se anticiparon a la Crisis del Petróleo, que explotó a principios de la década del 70. En el Viejo Mundo, Italia veía en los 60 el nacimiento del Fiat 850 al mismo tiempo que en Estados Unidos se lanzaba el Mustang. Ese pequeño auto del segmento B llegaba como una opción más espaciosa del 600.

Motores pequeños y optimización de los espacios era el lema de la nueva tendencia. Las subsidiarias estadounidenses radicadas en países europeos no tuvieron la misma reacción, pero ciertamente se pusieron al frente de la evolución global que se esparció en otros países. Esa ola dio a luz a uno de los modelos de gran éxito: el Ford Fiesta.

En los 70, Ford decidió salir a la cancha para competir en ese segmento emergente pero cada vez más fuerte. Fiat ya tenía el 127 (que en la Argentina se conoció como 147) y Renault apostaba por el 5. Finalmente, tras diversos diseños, surgió un prototipo conocido como Bobcat, que sería la base del nuevo modelo de Ford.

La elección del nombre fue todo un desafío. Amigo, Bambi, Bebe, Bolero, Cherie, Chico, Fiesta, Forito, Metro, Pony, Sierra y Tempo desfilaron sin éxito. Bravo era la mejor opción por el consenso logrado, pero Henry Ford II (nieto del fundador) los desestimó y optó por Fiesta.

Y es aquí donde se genera un inesperado cruce de camino entre los dos gigantes de Detroit. Fiesta era el nombre que General Motors tenía registrado para un modelo de Oldsmobile, un station wagon de la década del 50. La historia dice que GM le cedió a Ford el nombre en forma gratuita, cuando GM tenía a Elliott M. Estes como presidente.

La primera generación del Fiesta fue lanzada en 1976. Medía 3,56 metros de largo y portaba un motor de un litro de cilindrada. Inicialmente se produjo en Valencia (España), Colonia (Alemania) y Dagenham (Inglaterra). Resultó un hito para Ford ya que fue su primer auto con carrocería hatchback y el primero con tracción delantera que tuvo verdadero éxito.

Ya en 1979 salía de fábrica un millón de unidades, y el éxito que el auto tenía en Europa llevó a Henry Ford II a insertarlo en el mercado estadounidense entre 1978 y 1980. En esos tiempos, el nieto del fundador de la compañía usó en un discurso el ejemplo del Fiesta para desautorizar al presidente Jimmy Carter, quien había dicho que “sólo los japoneses sabían hacer autos pequeños”. “El presidente y el Congreso están confundidos”, se ufanó el ejecutivo.

La presencia del Ford Fiesta en Argentina
Proyecto Ford 2000. Ese fue el nombre que recibió la etapa de la expansión industrial de la compañía en la década del 90. En Sudamérica tuvo especial importancia porque eran tiempos en los que el Mercosur empezaba a solidificarse, con un intercambio comercial cada vez más fluido entre Argentina y Brasil, dos de los cuatro socios (junto con Paraguay y Uruguay) donde el gigante de Detroit tenía plantas en el subcontinente (también hay en Venezuela).

Ese plan trajo el nacimiento del Fiesta regional, el auto del segmento B que siempre estuvo relacionado con la fábrica de Sao Bernardo do Campo, en San Pablo. Con una inversión inicial de 850 millones de dólares, se lo produjo allí desde el desembarco de la tercera generación del modelo, de mediados de los 90, hasta 2019, cuando la necesidad de la empresa de reducir costos llevó al cierre de la fábrica que se había inaugurado en 1967.

En la Argentina, Ford fue la última de las marcas generalistas en sumarse a la revolución de los modelos chicos. El Fiesta fue presentado en diciembre de 1994 todavía como un producto importado desde Europa: llegaba desde la usina de producción de Almusafes, en la Comunidad Valenciana, donde históricamente se fabricó la mayoría de este modelo a nivel global.

Como en aquellos años se había atenuado fuertemente la presión impositiva sobre las importaciones en la Argentina, aquel Fiesta que llegaba cruzando el Atlántico fue un éxito en los primeros meses, tanto que tuvo períodos en los que incluso lideró las ventas en el mercado local. Eran unidades del final de la tercera generación.

Dicen los fanáticos del modelo, los que por supuesto tienen su propio club en el país, que el Fiesta que se produjo en San Pablo tuvo otro valor agregado al carácter regional del modelo: el anterior, si bien fue exitoso en el corto tiempo que se vendió, estuvo relacionado con Autolatina, la etapa en la que Ford se asoció con Volkswagen para compartir plantas. El cuarto Fiesta llegaba con formas algo más redondeadas (marcadas en especial en las caídas de trompa y portón trasero menos agresivas que el anterior).

Fue presentado en la Argentina a mediados de 1996. Tenía como novedad en la región la incorporación del motor 1.4 Zetec S de 16 válvulas, de avanzada para su segmento, que sólo estaba disponible para la versión de tope de gama, que por entonces tenía un valor apenas por debajo de los 18.000 pesos o dólares, por obra y gracia de la Convertibilidad. También mantenía el 1.3 que ya estaba presente en la generación anterior. Y la gama se completaba con una versión Diésel, con motor 1.8 de 60 caballos.

El primer gran cambio llegó en 1999, cuando Ford introduce el estilo New Edge que había nacido con el Ka a toda la gama de autos. Las ópticas trapezoidales, que se asemejaban a una mirada felina en el frente, fue el distintivo de esa línea de diseño que en el Fiesta fue presentado en el último Salón de Frankfurt del siglo 20.

La quinta generación del chico de Ford se lanzó en 2001 en Europa, se empezó a fabricar en Brasil en 2002 y en 2003 ya estaba presente en la Argentina. La gama ya no contaba con los motores Zetec pero en cambio presentaron el 1.4 TDCi de 68 caballos, un impulsor superior entre los gasoleros.

Siempre compacto y hatchback, con la línea Kinetic Design de 2009 trajo sin dudas la novedad más sobresaliente en los 25 años de permanencia del Fiesta en el mercado local: el baúl, porque también empezó a fabricarse en versión sedán de cuatro puertas. Un intento de expandir el segmento para competir con el Corsa y el Clío que iba en contra de la naturaleza histórica del modelo, difícil de digerir a primera vista (también a segunda y a tercera).

Además, la gama ya había crecido en tamaño, con un largo superior a los cuatro metros, contra los 3,6 metros que tenían los originales. Aunque se mantenía en el segmento B, a medida que pasaron los años fue sumando equipamiento (impuesto desde Europa) para quedar más cerca de los C que de los competidores. Subieron calidad y precio, y bajaron las ventas regionales.

Fue así que después de presentado en 2018 el restyling de la sexta generación, a principios de 2019 se anunciaba el cese de la producción en San Pablo y de la comercialización en la región. Para muchos fue un hasta luego, pero en verdad era el principio de un largo adiós que se concretará en unos meses.

Fuente: Clarín