El tal vez único Willys MA existente en Argentina, y uno de los pocos en el mundo fue restaurado por Stellantis, el consorcio mundial dueño de la marca Jeep con filial en nuestro país. Presentado de manera espectacular, representa el gen primigenio de todos los 4×4 de la industria automotriz actual
El Willys MA, el primer eslabón en la cadena de vehículos doble tracción de la marca Jeep (y del resto de las marcas también), ha tenido una singular aparición en los medios especializados argentinos los últimos días, 80 años después de su salida de fábrica.
Stellantis, dueña de la marca desde el año pasado, hizo una llegada triunfal días atrás con uno de las 52 unidades de este modelo que hay en el mundo hoy (con sólo 38 en funcionamiento de un total de 1.500 producidos). Un ejemplar totalmente restaurado y traído por un helicóptero Bell UH-1H Huey II del Ejército Argentino.
El marco fue la grabación del último capítulo de un total de 6 episodios de la serie “80 Años de una Leyenda” para Discovery Channel, programa en el cual hemos tenido participación, que fue la coronación exitosa de una historia que llevó 10 años de insistencia para que esa increíble unidad fuera puesta en valor acorde. En una nota siguiente contaremos esos devenires, también acerca de cómo fue esta restauración en forma pormenorizada y sobre todo nuestras vivencias personales con este Willys MA desde 2011.
Pero primero indaguemos en la historia del modelo, que no fue una de las imágenes de la victoria aliada en 1945 (que sí tuvo su sucesor, el Jeep MB/GPW), pero que fue el gen inicial de la saga que llega hasta hoy con el Wrangler.
Contar la historia del origen del vehículo 4×4 por antonomasia es una tarea que implica despejar muchos malos entendidos y remontarnos a la turbulenta época de la plena Segunda Guerra Mundial, la entrada de Estados Unidos en la contienda y la suma, por ende, del teatro de operaciones del Pacífico.
Ya habíamos comenzado a contarlo, respecto de la relación de Willys con Ford, en nuestra nota “Ford vs Jeep, Bronco, I´m your father” y aquí queríamos seguir haciendo un poco de arqueología del todo terreno, en especial con un modelo que es previo al ataque japonés a Pearl Harbor y que, además, ni siquiera tenía la característica parrilla de 9 barras que adoptaron los MB/GPW.
Wrangler, I’m your great-grandfather
La génesis de la marca comenzó con un modelo que no se llamaba Jeep, sino que era un Willys. Las siglas MA significaban Military Model A. Sabemos por experiencia propia que todas las denominaciones y los significados de las siglas de los primeros Willys son materia de discusión permanente por parte de los fanáticos (como probar más o menos el sexo de los ángeles), pero llegaremos a un acuerdo provisorio con la denominación anterior y en los comentarios veremos el rico y obvio debate posterior.
El contexto en 1940 era el siguiente.
En ese año, aún Estados Unidos no era parte contendiente de la Segunda Guerra Mundial, la cual se había iniciado en septiembre de 1939, pero todo indicaba que tanto a nivel político cómo diplomático y militar su entrada era solo cuestión de tiempo. Además, toda la maquinaria de industria bélica Yankee ya había arrancado a producir a todo vapor varios años antes. Se sumaba que mediante la Ley de Préstamos y Arriendos de EE.UU. debía entregar casi gratis material bélico a Gran Bretaña y sus aliados ya participantes de la contienda mundial, incluida la Rusia comunista.
A fines de 1940, el Ejército estadounidense llamó a licitación para construir un vehículo ligero para cumplir funciones de transporte y enlace en el campo de batalla. Debía ser ágil para el campo traviesa y caminos bombardeados, pesar como máximo 590 kg y poder transportar 250 kg de carga, tener tracción en las 4 ruedas, una velocidad de crucero de 80 km en carretera y hasta 2500 kg de capacidad de arrastre. Y con un detalle no menor. Sólo había un tiempo muy corto para presentarlo: 90 días desde el tablero de diseño hasta el prototipo listo para ser testeado.
Tres compañías entraron en la licitación y presentaron sus vehículos. Una pequeña automotriz de Pennsylvania llamada American Bantam mostró su prototipo con extrañas líneas, el Bantam Recon Car. Willys Overland presentó el Quad, no muy diferente. Y Ford Motor Company, el Pygmy. El ganador fue el Bantam, que no era muy superior a los demás en prestaciones, pero cumplía con todas, aunque ajustado.
Ford Motors y Willys Overland, empresas más grandes y con mayor poder de lobby en el gobierno alegaban a los decisores oficiales que el prototipo de Bantam no tenía ni potencia ni confiabilidad y su diseñador tampoco capacidad de producción acorde a la guerra que se avecinaba, algo objetivamente cierto. Detrás de esta presión había un contrato millonario de producción, con la guerra como impulsora.
La decisión tomada por el Ejército sería que Willys liderara un rediseño del prototipo de Bantam y que Ford Motors propusiera algunas modificaciones también, sobre todo en las suspensiones. En los hechos, Willys hizo el 95 por ciento de ese rediseño con algunos aportes de Ford (y para el modelo posterior, el MB las suspensiones volvían a la concepción del creador del Jeep).
Nacía, con sólo tres meses de gestación y uno de modificación, el Willys MA, un vehículo a medio camino entre un prototipo y un producto definitivo, que aún tenía por delante la dificilísima prueba en el campo de batalla. La concepción era muy básica, pero tan efectiva que aún hoy la sigue usando el Wrangler y varias pick ups en el mundo: motor delantero de ubicación longitudinal, caja de velocidades con reductora y dos ejes fijos motrices con tracción delantera desconectable. El motor sería el más potente de los 3 prototipos, el Willys Go Devil de 60 HP y la transmisión una de la más longeva de la historia automotriz, la caja de tres marchas Borg Warner T84, con una inusual palanca al volante y la reductora Dana-Spicer 18.
Willys se esforzó por reducir el peso a 980 kg según las nuevas especificaciones del Ejército. Se acortaron las tuercas y los tornillos y se utilizaron paneles más livianos para lograr una versión más liviana del Quad. Los artículos que se eliminaron a fin de que el MA alcanzara ese objetivo se reinstalaron en la siguiente generación del MB, lo cual resultó en un peso definitivo de aproximadamente unos 180 kg por encima de las especificaciones
En acción
La gran mayoría de los 1500 Willys MA se repartieron entre el Ejército norteamericano y el británico y unos 300 ejemplares partieron con el Ejército Soviético para combatir en el frente del Este, ante la avanzada nazi de la operación Barbarroja de 1941.
Las opiniones de los británicos y los rusos fueron muy satisfactorias, respecto de la agilidad, la facilidad de manejo y la adaptabilidad a distintos terrenos, aunque también se quejaron de la poca fiabilidad del varillaje de la palanca de cambios y de la necesidad de una dirección más precisa, algo que se subsanaría a partir del Jeep MB/GPW.
La plataforma MA había cumplido su objetivo: experimentar el campo de batalla para mejoras de un futuro modelo que serviría ampliamente en el Ejército de Estados Unidos ante su inminente entrada en la guerra, función que cumplió con creces y honores.
El Willys MA de Jeep Argentina
¿Y cómo llegó esta unidad a la Argentina? Investigamos profundamente con varios amigos, fanáticos de la marca y especialistas, el ingeniero mecánico Florencio Gamallo y Diego Juan Abal, historiador de la industria automotriz.
El anterior dueño a Jeep Argentina/Daimler-Chrysler y FCA/Stellantis fue Marcelo Muniagurria, quien fuera en vida vicegobernador de Santa Fe en la fórmula que encabezó Carlos Reutemann, fallecido en mayo de 2019.
El primer contacto de Jeep Argentina con el vehículo se dio en la fiesta por los 70 años de la marca. En esa ocasión, se buscó a uno de los mayores coleccionistas de rarezas en lo que vehículos militares respecta y Muniagurria era dueño de varias de ellas. Entre uno de sus ejemplares estaba este MA, que fue llevado al evento que se realizó en Salta, en 2011.
Varios periodistas lo pudieron manejar (en mi caso, no fui invitado en esa ocasión, perdón, tenía que decirlo). En ese momento, la idea de llevar este clásico al lugar tuvo tanta aceptación que empezó a crecer desde Jeep Argentina la posibilidad de comprar esta unidad.
A Marcelo Muniagurria su salud no lo acompañaba desde el año 2010 y había comenzado a desprenderse de varios vehículos, por lo cual la negociación en ese momento con Daimler Chrysler fue rápida: el precio sería un intercambio mano a mano por un Jeep Wrangler 0km. Al mes, el Willys MA estaba en el subsuelo de la empresa en Puerto Madero. La historia de la restauración la contaremos en una segunda nota, pero nos interesaba mucho relatar su recorrido anterior y su actuación en la Segunda Guerra Mundial.
Las versiones que circulaban en la web sobre esta unidad, especialmente en los foros especializados, eran tantas como la cantidad de tornillos del Willys. Unos decían que se había armado a partir de un MA que estaba bastante oxidado en la costa bonaerense y el body MB. Otros, que ya lo habían visto por el interior del país y varios más que no era original.
Conociendo el ego de varios coleccionistas de Jeep Clásicos, donde cada uno brega por tener “el Jeep” más original que incluye en lo posible hasta los cigarrillos que fumaban los soldados durante la guerra en la guantera, decidimos ponernos a investigar sin oir demasiado el ruido proveniente de Internet.
La Aduana registró el ingreso de tres Willys MA al país en 1952, provenientes de un exportador de Bélgica. Según constaba en la documentación, se comecializaron por peso metálico, y no como vehículos. Aparentemente se vendieron todos en Buenos Aires a dueños del interior del país, quienes compraron también algunos Jeeps MB y GPW de la guerra, importados como “excedente militar”. En épocas donde ese Willys no era pieza de colección, seguramente se confundió con otros y solo planteó como rareza su extraña parrilla.
El único dueño anterior a Muniagurria se domiciliaba en Necochea, provincia de Buenos Aires, o por lo menos ese era el lugar declarado y su compra databa de 1967, sin tener conocimiento de los dueños anteriores. Pudimos chequear la originalidad del Body de MA por el corte de puerta, el tablero y la originalidad del sistema de palanca al volante, muy diferente a otros Jeeps con ese sistema, como el IKA.
Se planteó una rareza, que nos hizo dudar mucho. Su tapa de cilindros, o su motor tal vez, no pertenecen a un MA. En la tapa se lee Jeep, nombre que el MA no conocía en el momento de fabricación. Pero pudimos suponer algunas teorías que hacen que este MA no pierda la originalidad de la planta motriz. Es posible que durante sus 80 años de vida la tapa de cilindros de este Willys, se haya rajado o deteriorado mucho. La compatibilidad del 100% con el motor del MB o del GPW hace posible que el intercambio se haya hecho en Europa durante la guerra o en Argentina.
Es posible también que esta unidad haya servido con el Ejército Soviético. Esto lo nombramos en algunos foros de Internet y despertó la ira de varios cual Linda Blair frente al agua bendita en “El Exorcista”. Pero esperen, tenemos fundamentos. Según pudimos ver, hubo varias unidades que volvieron a Europa occidental, luego de que los rusos los probaran y prefirieran los vehículos de fabricación propia, con repuestos provistos por ellos mismos, o Jeeps MB/GPW con muchas más piezas estandarizadas. Las pocas unidades que volvieron quedaron en Bélgica. Las del Ejército Rojo que no volvieron reposaron en Checoslovaquia, hoy República Checa (país que más Willys MA posee luego de Estados Unidos y Reino Unido hoy).
En la próxima nota seguiremos contando la historia de los últimos 10 años hasta el descenso de los cielos el sábado pasado de este verdadero y primigenio guerrero.
Fuente: Autoblog