Detiene completamente la marcha del vehículo si el sistema reconoce una situación de peligro inminente. Introducido hace unos pocos años en algunos modelos, buscan que sea obligatorio.
La conducción autónoma está cada vez más cerca de la vida real. En algunos mercados ya se ensayan modelos que hacen prácticamente todo por sus propios medios, y muchos aseguran que será la forma en la que nos transportemos en el futuro. Sin embargo, para ser realistas, estamos todavía muy lejos de esa futurística alternativa.
Eso sí, cada vez hay más vehículos con funciones cercanas al concepto de autonomía, por el momento tomadas como elementos de seguridad, ante la falta de reacción de un conductor. El sistema más empleado del momento es el de frenada automática, que ya adoptan algunos modelos en nuestro mercado, aunque con diferentes niveles de eficiencia.
Algunos modelos de Citroën y DS, el Ford Focus Titanium de producción nacional, el nuevo Peugeot 3008, junto a varios productos de la marca sueca Volvo, entre otros, ya lo ofrecen como equipo de serie. En algunos de ellos puede detener la marcha sólo a baja velocidad (hasta 50 km/h), pero a medida que la tecnología avanza, esos límites, como así también su contundencia, van avanzando.
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