La Euro Ncap, un programa de evaluación de seguridad vehicular, comparó la respuesta de un auto moderno y de un modelo de 1997 ante una colisión frontal.
La industria automotriz no detiene su evolución. Las diferencias entre creaciones actuales y realizaciones de años anteriores son evidentes. La respuesta visual es inmediata: es fácilmente reconocible distinguir qué modelo corresponde a décadas pretéritas. Los cambios se traducen en diseño, tecnología, rendimiento, comportamiento, confort y seguridad. El European New Car Assessment Programme (NCAP), un programa de evaluación de la seguridad de los vehículos respaldado por la Unión Europea, celebró sus veinte años de historia con una evaluación sugerente: medir la seguridad de los automóviles en sus comienzos y en su actualidad.
En la comparación se enfrentaron dos vehículos populares: el Rover 100 de 1997 y el Honda Jazz -en el mercado argentino se lo conoce como Honda Fit- de 1995. Las imágenes son convincentes. En la prueba de colisión frontal del Rover los ocupantes absorben violentamente el impacto: las probabilidades de vida son ínfimas. En aquel momento, la NCAP puntuó con una estrella de cinco posibles la seguridad del conductor y reprobó casi todas las áreas de protección a los ocupantes por «intrusión excesiva e inestabilidad del habitáculo».
El Honda actual, en contraste con el Rover, responde de manera eficiente al impacto frontal. El monovolumen japonés obtuvo puntuaciones altas en todos los aspectos: la zona de arrugamiento se produce en el capot, donde consigue absorber la fuerza del impacto protegiendo a los ocupantes del habitáculo. Incorpora de fábrica múltiples airbags, incluso airbags de cortina, bajo un equipamiento conocido como Sistema de Sujeción Suplementario (SRS). El Jazz europeo recibió el premio Euro NCAP al mejor automóvil 2015 del segmento B tras lograr la máxima calificación de seguridad con cinco estrellas.