Frente a embotellamientos y problemas para estacionar, la clave está en mantener la calma y seguir estos consejos.
En la Argentina, y más aún en los grandes centros urbanos, manejamos muy mal. La rutina nos pone nerviosos, pero eso no debería ser un justificativo. Es verdad que el parque automotor crece sostenidamente día tras día, pero incluso en ese panorama debemos sacarnos de encima ciertos vicios citadinos que nos harán pagar con la salud de nuestro auto.
A toda hora se movilizan cientos de miles de rodados particulares, sumados a todo el espectro del transporte público. Caos de tránsito, picos de movimiento, marchas conspiran contra nuestra calma, irremediablemente necesaria a la hora de conducir.
Con frecuencia nos cansamos de arrancar y frenar, efímeras esperanzas de comenzar una nueva etapa urbana que se trunca a los poquísimos metros. Quien más sufre es la caja de cambios. Al ir siempre en marchas bajas, el motor trabaja en exceso y el consumo de combustible aumenta. Y con suerte no dañaremos el embrague.
Haciendo referencia a un punto antes mencionado, un grave error que se suele cometer es el de mantener mucho tiempo el embrague pisado. Muy mal hábito. Cuanto más tiempo presionamos el pedal (vale destacar, hay que hacerlo a fondo cuando cambiamos la marcha), más trabaja el mecanismo y se quemará antes de lo esperado. El pie izquierdo, siempre fuera.
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