La escasez de microprocesadores impactó de tal manera en la industria automotriz que no sólo está demorando la producción de vehículos, sino también la incorporación de nuevos trabajadores.
Este problema es de escala mundial, que creció por la pandemia del virus Covid. Comenzó impactando durante el primer semestre del año en la industria automotriz de Estados Unidos, Europa, México y finalmente Brasil. Pero a mediados de este año empezó a sentirse en Argentina.
El año pasado, en todo el mundo subieron las ventas de electrodomésticos y computadores en momentos en que los grandes fabricantes de microprocesadores del sudeste asiático debieron suspender su actividad por las restricciones.
Este año, a medida que la producción fue volviendo a la normalidad, las automotrices encontraron que no había suficiente oferta de microprocesadores. La demanda era tan alta que a los pocos meses distintas industrias, como las automotrices, empezaron a quedarse sin microprocesadores.
El problema es la importancia que tienen estos chips en los automóviles actuales. Un vehículo de gama baja puede utilizar entre 24 y 50 microprocesadores, uno de gama alta utiliza cerca de 100 y las unidades híbridas y eléctricas llegan a necesitar hasta 150 microprocesadores.
El primero en verse afectado fue el Centro Industrial Córdoba de Volkswagen Argentina, que implementó suspensiones durante 21 días en julio y, desde hoy miércoles por otras dos semanas, lo que suma un total de 35 días sin actividad en el año.
La compañía alemana informó que el 13 de octubre retomará la producción. Este año, tenía previsto fabricar 515 mil cajas de cambio y si bien, por ahora, no cambió sus objetivos productivos, se sabe que podría terminar fabricando menos, ya que exporta casi la totalidad de sus sistemas de transmisión y, actualmente, el mundo produce menos automóviles.
También la fábrica de Santa Isabel de Renault Argentina suspendió por este mismo problema la fabricación de las unidades Sandero, Stepway y Logan durante dos semanas y media hasta el viernes pasado, sin afectar la línea de las camionetas Nissan Frontier y Renault Alaskan.
Durante septiembre, Renault tenía previsto abrir un segundo turno con 150 operarios, con el foco puesto en mujeres y el plan de agregar luego otros 350 trabajadores. Este programa, que implica en total un aumento de 27 por ciento de su plantel de operarios, postergó su inicio para octubre.
“La evolución de este problema se chequea día a día. Esperamos que no afecte los planes de producción previstos para este año. Cuando se consigan los microprocesadores, se harán horas extras o se buscará trabajar los días sábado”, advierte Lucía Plopper, gerente de Comunicación de Grupo Renault.
En cambio, en la planta Fiat Chrysler Automobile, integrante de Grupo Stellantis, no se implementaron suspensiones; se arman los vehículos y se los deja sin terminar. Regularmente, van quedando 1.700 vehículos (fabrica algo más de 300 unidades diarias) que se arman a medida que llegan los microprocesadores.
Para octubre, en tanto, la planta de Ford Argentina en la provincia de Buenos Aires ya adelantó que suspenderá sus actividades durante dos semanas.
La falta de microprocesadores no afecta la producción entre los proveedores del primer anillo (los que entregan directamente a la automotriz), pero sí genera problemas indirectos.
“Estas paradas de las terminales terminan afectando a las autopartistas porque son días que no se trabajan”, explica Ramón Ramírez, Tesorero de la Cámara de Industriales Metalúrgicos y Componentes de Córdoba (Cimcc).
Pero según el empresario metalúrgico, el sector está más preocupado por el freno a la importación. “Antes, en 10 días salían las autorizaciones; ahora, la Secretaría de Industria de la Nación se toma 60 días, por lo cual estamos evaluando cuánto puede impactar hacia adelante”, explica.
Por su parte, Juan Cantarella, gerente general de la Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes (Afac), agrega que este impacto indirecto va a generar caída de ingresos en el sector autopartista.
Fuente: La Voz