¿Alguna vez imaginaste qué ocurriría si, de repente, no pudieras detener el auto? Te acercamos algunos consejos para evitar un accidente.
– La calma, nuestra mejor aliada. Una vez que adviertas la falencia en el sistema, no te desesperes, pensá primero. Es fácil decirlo y difícil hacerlo, pero con aplomo podremos resolver mejor. Lo ideal será reconocer el entorno, el tipo de camino, el clima y la velocidad a la que nos desplazamos y el estado del tránsito (no será igual en ruta que en la ciudad).
– Freno de mano: ¿sí o no? El instinto afirma, las pruebas lo niegan. Existe una gran posibilidad de que resulte en un fatal error si conducimos a alta velocidad, ya que esto bloqueará las ruedas traseras y nos dejaría expuestos a un vuelco de campana.
– Desaceleración y maniobrabilidad. Estos conceptos, si nos mantenemos serenos y con las manos bien firmes en el volante, serán los que determinen si salimos ilesos o no. Necesitamos que el vehículo pierda en forma autónoma su inercia, por la misma fricción con el viento y con el asfalto. Y en segundo lugar, la facultad de mover el auto en cualquier dirección, ya que si no lo podemos detener, al menos contaremos con la opción de esquivar obstáculos o desviarnos del camino principal, una posibilidad peligrosa porque también podría hacernos volcar.
– La mejor opción. Derivado del ítem anterior, las mayores chances las tendremos si ponemos punto muerto o marcha neutra, según el tipo de caja, de manera tal que el rodado vaya perdiendo velocidad pero que también estén activos todos los controles y el volante. Es por esto último que no debemos apagar el propulsor, ya que es muy posible que bloquee el volante o la asistencia.
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