El bus Emisión Cero argentino, de la empresa Agrale, de afuera no es diferente al bus que vemos por las calles todos los días. Su proceso de fabricación casi no difiere de lo convencional. Solo unas imprescindibles precauciones por el riesgo eléctrico deben tomarse, y este MT17.0 LE e puede convivir en la línea de producción de chasis, o en la planta de carrozado. Así se lo diseñó y planificó.
Las sensaciones diferentes aparecen cuando uno se aproxima a este bus. Reina el silencio, solo se percibe un ronroneo leve de la energía para accionar los subsistemas, o cuando el aire acondicionado está encendido. El tablero de instrumentos es muy simple, y es una de las notables diferencias con sus hermanos a combustión. Luego es solo cerrar las puertas, seleccionar el sentido de marcha, y experimentar.
Aceleración eléctrica que proviene de un par motor a cero vueltas. Y silencio. Aunque no es silencio absoluto en realidad. Aparece el sistema de freno neumático con pequeños disparos de aire, cuando las válvulas alivian la presión excedente. Se escucha el rodar de los neumáticos en contacto con la superficie y otros sonidos de la calle.
Nos podemos hacer una idea de lo que se viene. Una opción de movilidad, una alternativa de propulsión, un dominio tecnológico que ahora una empresa argentina puede ejercer. La iniciativa tiene premio.
Fuente: Motor1