Dr. Juan Carlos Pacífico Annan, Publicaciones

Dr. Juan Carlos Pacífico Annan, Encargado Titular del Registro Pergamino Nº 2
21° ~ 09.04.20: E.E.U.U. vs Irán
18° ~ 13.11.19: Google y “El Aleph”
11° ~ 26.12.17: ¿España se disuelve?
3° ~ 19.06.15: El juego debe terminar
2° ~ 26.02.15: Borges a la Basura
1º ~ 29.06.14: Domingos de Ficción

“La tuve que matar” (o “el momento oportuno llega”)

El Dr. Juan Carlos Pacífico es Encargado Titular del Registro de Pergamino N° 2. Desde hace casi una década participa con sus escritos en nuestra revista, no específicamente debido sus competencias registrales, sino en virtud de una profusa actividad literaria que mantiene con regularidad. Presentamos hoy otro de sus relatos que pone a la luz los avatares del alma humana. Una profunda pintura de actualidad, que creemos contrapone la naturaleza primaria del ser humano con su desarrollo social como sujeto de derecho. Ambientado en este caso en la provincia de La Rioja pero siempre con arraigo a su ciudad de Pergamino natal

“No pudo olvidar de inmediato su herencia selvática y sus recuerdos de lo salvaje. Hubo días en los que se aventuró hasta el límite del bosque y allí se quedaba quieto, escuchando el sonido de una lejana llamada.” Colmillo Blanco, Jack London .

El jardín donde nos esperó era sencillo, algunos árboles , pocas flores y con un cuidado que expresaba la ausencia femenina, todo era práctico, hecho para que con un simple corte de pasto luciera prolijo y las flores que vimos eran las típicas de la región, no necesitaban más que el cuidado del clima.
Allí nos recibió, en un día radiante de sol de un septiembre esplendoroso con temperaturas agradables y una vista a la precordillera que nos deslumbraba a quienes habitamos nuestra pampa húmeda, las estribaciones de Los Andes nos anticipan la grandiosidad y pomposidad de esa columna vertebral de la América.
A.M.L. estaba preso en una cárcel de mínima seguridad desde hacía diez años purgando una condena de veinticinco por asesinato de género por haber matado a su mujer de un certero tiro en el corazón.
Hacía mucho años que había desaparecido de nuestras vista y nada supimos de él hasta hace poco tiempo en que nos enteramos de su situación y decidimos venir a visitarlo entendiendo que él también quería vernos .
A.M.L. había nacido en La Rioja capital de padres humildes y trabajadores de honda raíz criolla, su padre fue bracero y peón golondrina que iba detrás de las cosechas para poder vivir, con él, también su familia, hijo único de una madre que trabajaba en el servicio doméstico completando el magro sueldo de su marido y contribuyendo, de esa manera, a la economía familiar.
Fue así que se asientan en nuestra ciudad* en época de cosecha y logran establecerse por cuanto lo emplea una conocida multinacional, eran bien reconocidas las virtudes de ese trabajador incansable que con muchísimo esfuerzo le brindó a su hijo lo mejor que podía, nació en la dureza del monte riojano y nada de lo salvaje le era extraño -entendimos luego que ese gen estaba presente en él- de esa manera A.M.L. comenzó la secundaria en nuestra Escuela Normal de Pergamino.
En general la composición de nuestro curso era variopinta pero, en su gran mayoría, pertenecíamos a la clase media, por supuesto que había hijos de obrares pero eran la excepción; esa diferencia no era motivo de ningún desdén, el bulling en los 70 no se expresaba como en la actualidad.
A.M.L. si , tenía un estereotipo físico que no respondía a las raíces de los inmigrantes europeos o de medio oriente, de mediana estatura fue un recio zaguero en nuestros encuentros futboleros, no se destacaba por el talento deportivo sino por su entrega y honradez para con sus pares.

Pero era muy introvertido, apenas se lo oía y no recuerdo ningún grito, ninguna charla larga; hablaba solo conmigo y con el Gringo F. porque nos sentábamos uno al lado del otro durante los cinco años, pero fueron muy pocos los momentos vividos fuera del ámbito escolar propiamente dicho, salvo los partidos de futbol en la clase de educación física en el querido club Las Colonias , que recuerdo tan bien, con su clásica camiseta verde y blanca (fue fundado por un ferviente hincha de Banfield ) .
La fiesta final de quinto año fue el único evento al cual asistió; esa timidez que lo acechaba y no lo dejaba salir de sí mismo nunca pudo ser vencida , fue él quien se alejaba y no producto de un distanciamiento que el grupo imponía.
Al año siguiente cuando muchos nos fuimos a las distintas Universidades y muchos a trabajar y labrarse ese porvenir que la juventud intenta por todos los medios obtener su familia se muda a Córdoba por el traslado de su padre a una importante planta acopiadora que la empresa abría.
Nunca más supimos de él, tampoco intentamos establecer un puente de contacto, su rostro, poco a poco se iba borrando de nuestras mentes y siempre nos preguntábamos sobre su presente. Recordaba que alguna vez en charlas de recreo largo, con el bizcocho en la mano , me hablaba de lo lindo que era La Rioja y de las ganas de volver por sobre todas las cosas a ese bosque magro pero misterioso en esa precordillera que todo lo sabe y todo lo pide , deduje –entonces- que esa lírica versión de esas tierras obedecía a la idealización que esa edad trae aparejada.
Pasaron veinte cinco años de nuestro egreso y hoy estábamos los tres sentados en la misma posición de antaño pero en una cárcel de La Rioja. Por mi profesión sigo con preocupación y tristeza los casos de violencia de genero, preguntándome qué anida en  nuestras almas, qué pasiones se desatan en un instante que nos nubla la razón y se consumen en un daño del cual no se puede volver.
En ese análisis de los casos más relevantes encuentro sus antecedentes, me detuve a pensar si realmente era él, no podía imaginar, jamás , que estuviera involucrado no era posible ni factible, no había ningún indicio de juventud que lo tuviera en esas actitudes; de toda nuestra camada era el último al que hubiéramos puesto en ese lugar.
Mató a su mujer de un tiro en el corazón, los hechos son comunes a muchos, él se había contraído matrimonio en La Rioja con una hermosa mujer de origen criolla y alemana, tuvo dos hijos y al poco tiempo de casados ella le es infiel con uno de sus mejores amigos y compañero de trabajo, la siguió y confirmó infraganti la sospecha, nada dijo en ese momento, no reaccionó violentamente, se alejó de su amigo y continúo con su vida marital como si nada hubiera pasado (de eso no se habla, no pasó).
A los seis meses de ese descubrimiento invita a su mujer a pasar un fin de semana en una ciudad de montaña, muy cerca de su lugar de residencia dejan los hijos al cuidado de los abuelos y el domingo en el camino de regreso para en la banquina argumentando una falla mecánica, va al baúl extrae una pistola y la mata de un tiro en el corazón, como ya fue dicho.
No medió palabra, ni discusión alguna, sólo los hechos tal y como fueron, fue una ejecución premeditada , quirúrgica. Llega a la primera comisaría de a La Rioja estaciona su auto ingresa y dice : “Yo la maté, lo merecía” entrega el arma y sumisamente acata las ordenes .
El caso conmocionó a su ciudad él se había recibido de Contador Público y trabajaba en el Banco Provincial en un puesto de importancia merced a su capacidad probada y voluntad indomable, nada dijo en todo el juicio solo esas palabras aludidas.
Y ahora los tres compañeros estábamos ahí, nos abrazó con pudor, nos habló con voz tranquila sobre lo que había sido su vida después de la escuela, de sus logros como estudiante y en el trabajo, de sus hijos que lo visitaban frecuentemente como, también, sus padres que envejecían tristes por lo sucedido, preguntó por nuestras familias y la de nuestros compañeros –extrañamente se acordaba de todos– de la ciudad y de los buenos recuerdos que tenía, especialmente de los partidos de futbol y del querido Club .
Lo escuchábamos absortos le contamos todo lo que quería saber, así el tiempo transcurría serenamente y por un momento, por un breve instante el recreo se adueño de nosotros; llegó el momento de la despedida nos abrazó nuevamente , quedamos en volver a vernos y estar más comunicados, estaba sereno, resignado, en paz y previo a las palabras finales nos miró firmemente a los ojos y dijo: “No me juzguen, la tuve que matar, me traicionó, no lo pude soportar, merece lo que tuvo”, no agregamos comentario alguno sólo un tímido saludo de manos .
En el camino de regreso no dijimos palabra alguna, un silencio estremecedor nos acompañó en la larga travesía, sabíamos lo que estábamos
pensando pero no lo podíamos traducir en palabras, nuestras mentes buscaban un camino racional de salida que no existe, la animalidad de ser humano, su raíz tribal, tal vez, puedan encontrar la respuesta… tal vez.

“Existe en la naturaleza una “paciencia tenaz”, enseñó Jack London en “La llamada de la selva”, “aquella peculiar paciencia es la que mantiene inmóvil durante horas a la araña en su tela, a la serpiente enroscada, a la pantera al acecho” Gisela Antonuccio , Diario La Nación , 04/03/17 y a A.M.L. a la espera del momento oportuno.

Dr. Juan Carlos Pacífico

El palimpsesto de Piti Fernandez, o cómo Las Pastillas del Abuelo nos traen a Bernárdez

Dr. Juan Carlos Pacìfico
Dr. Juan Carlos Pacìfico

El Dr. Juan Carlos Pacífico Annan es Encargado Titular del Registro de Pergamino N° 2. Ecléctico, combina en Panorama comentarios de actualidad nacional e internacional, escritos de ficción, y hasta publicó domingo a domingo una novela por entregas en nuestra página web. Ahora, nos sorprende con su mención al Piti Fernández, Francisco Bernárdez, la poesía, y aquellos bares que saben de momentos impenetrables.

“Días atrás encontré en el bar de mi ciudad de la pampa húmeda a un buceador de letras de rock, sí, un músico de 60 años de edad que tuvo una banda en los años ´70, cuando ese género empezaba a ganarse su lugar atrayendo a multitudes.
Los Beatles, Credence, Génesis, Queen, los Rollings, Chicago, Police, entre otros, y ni qué hablar de las bandas argentinas que con Charly, Spinetta y tantos otros músicos talentosos se animaron a componer canciones hermosas que todavía tienen la fuerza de conmover y recordarnos tiempos idos y que, hoy, bailan nuestros adolescentes; el rock nacional es bandera de buen gusto.
Cada encuentro estaba signado por el recuerdo y sus innumerables anécdotas que llenas de toques humorísticos develan un pasado vívido y alegre, lejos de las representaciones nostálgicas que a veces, sólo a veces, nos abrazan y nos someten a una tristeza difícil de sobrellevar .
T.L.B. es un hombre que vive de su pasado, bucea en las letras del rock actual y da clases de música en el Conservatorio Local, su especialidad son los instrumentos de cuerda -especialmente la guitarra a la que ama profundamente- esa clase de amor que solo pueden disparar las cosas inanimados a los cuales nuestra pasión le insufla el alma.

Ilustración: Walter Pacenza
Ilustración: Walter Pacenza

Gran lector anuda las letras de la literatura y las partituras de los músicos en un fresco bordado de colores vivos, siempre vigentes, no es un hombre de creencias religiosas pero las respeta, conversa siempre con nuestro Párroco y ambos, a pesar de tener una visión distinta de la vida, se profesan mutuo respeto; el músico le pone color a las armoniosas palabras de las Escrituras. Así vivo los diálogos que ellos suelen tener en nuestra mesa cargada de cafés,sonrisas y conocimientos que se desparraman sin que uno los solicite.
T.L.B. de los grupos actuales tiene gran afinidad con Las Pastillas del Abuelo, grupo musical argentino que de no ser por él no hubiéramos conocido nunca, y admira a su letrista Juan ‘Piti’ Fernandez que, conforme sus dichos es un joven lector que ha escrito letras sólidas que la música embellece y les otorga un resplandor de vivencias y esperanzas.
Quedó fascinado con una -especialmente- Me juego el corazón, la cantó a capela con una voz clara y rítmica y de pronto en el medio de la canción apareció una poesía, famosísima, de Francisco Luis Bernárdez (argentino, 1900-1978) poeta de honda raíz católica que compuso odas de profunda influencia en la grey creyente.
“Si para recobrar lo recobrado, debí perder primero lo perdido, si para conseguir lo conseguido, tuve que soportar lo soportado,si para estar ahora enamorado, fue menester haber estado herido, tengo por bien sufrido lo sufrido, tengo por bien llorado lo llorado, porque después de todo he comprobado, que no se goza bien de lo gozado, sino después de haberlo padecido, porque después de todo he comprendido, que lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado”. Sí para recobrar, Francisco Bernárdez.
Nos miramos con sorpresa, pensamos que era una broma, pero me explicó claramente que esa poesía le daba al tema un encanto especial, un hálito del pasado que se cuela en el presente y que nos prodiga recuerdos idos y que en el caso de esta especial poesía ese hálito tiene, casi, un acento religioso.
Habló del palimpsesto y, claro, tuvo que definir esa extraña palabra que algunos por primera vez escuchamos, pero, en definitiva, estableció que las obras literarias y las poesías (las letras de las canciones lo son en alguna u otra forma) son siempre las mismas y que es el mismo autor el que las está escribiendo. Conforme el Diccionario de la Real Academia Española:manuscrito antiguo que conserva huellas de una escritura anterior borrada artificialmente.

Me dejó pensando que tal vez nuestra mente sea un palimpsesto, donde los recuerdos van pasando y borrándose con el tiempo, para escribir nuevos pero en algún momento, en alguna ocasión especial todo aquello que pensábamos borrado aparece nítidamente, nuestros antepasados así se comunican porque en nosotros algo de ellos hay; como los textos literarios también los seres humanos somos una cadena ininterrumpida del principio de los tiempos a hoy y hacia un futuro inimaginable .
¿Cuánto hay de nuestro pasado en nosotros?¿Cuánto de las costumbres atávicas?¿Cuántas acciones ya vienen con nosotros y aparecen espontáneamente como rescatadas, súbitamente, de ese olvido que no es eterno?
En fin, esa charla, esos amigos, esos cafés, esos personajes que habitan nuestro bar son una fuente inagotable de sorpresas y admiración, porque detrás de la alegría, del café compartido, siempre hay algo que nos deja pensando porque todos los que allí asistimos tenemos diferentes raíces y estudio y profesiones. Es la heterogeneidad lo que da riqueza a la sociedad y especialmente a Nuestro Bar.
Vaya este opúsculo en homenaje de los músicos y letristas que saben darnos lo mejor de sí para alegrarnos, hacernos pensar y disfrutar de ese arte antiquísimo y exquisito y a los Bares que nos cobijan con su calor y espontaneidad”.

Dr. Juan Carlos Pacìfico